lunes, 21 de julio de 2008

Bajo la escena.

En un lugar separado pero cercano a la presentación de artistas y cómicos vivía el buen rey de la figuración. Su mente se paseaba por los más indómitos rincones de la existencia, explorando conjunciones de ideas descabelladas e inútiles: suaves melodías en compañía de un mar de armonías tempestuosas; imágenes de pálidos desiertos petrificados con la única presencia de un alma y sus migajas de soledad; largas travesías submarinas contemplando los remotos tiempos de la vida, conceptualmente tan simples como la mecánica, aunque en un sentido biológico cercanos a los azares de aquel hombre que se los figura incompletos en sueños, en vigilias atormentadas o en inconciencias narrativas.

-La exploración del universo es una actividad inabarcable- pensó, y la pereza consumió su ímpetu una y mil veces.