Oxígeno

lunes, 21 de julio de 2008

Bajo la escena.

En un lugar separado pero cercano a la presentación de artistas y cómicos vivía el buen rey de la figuración. Su mente se paseaba por los más indómitos rincones de la existencia, explorando conjunciones de ideas descabelladas e inútiles: suaves melodías en compañía de un mar de armonías tempestuosas; imágenes de pálidos desiertos petrificados con la única presencia de un alma y sus migajas de soledad; largas travesías submarinas contemplando los remotos tiempos de la vida, conceptualmente tan simples como la mecánica, aunque en un sentido biológico cercanos a los azares de aquel hombre que se los figura incompletos en sueños, en vigilias atormentadas o en inconciencias narrativas.

-La exploración del universo es una actividad inabarcable- pensó, y la pereza consumió su ímpetu una y mil veces.

viernes, 6 de junio de 2008

Ranas

En la ciudad existen ranas

que saltan por los techos

las noches del invierno prematuro

se aparecen en sueños

parece que volvieran

como todas las cosas que dejamos por ahí.

.Ah

.Ah

.AAAH!

Él hace cosas que no debe, las cosas que no siente por ti.

miércoles, 30 de abril de 2008

Tierra a la vista
“Singing songs of shady sisters
And old time liberty.
Songs of love and songs of death
And songs to set men free.”

Cuando se encontraron, ella estaba sentada con su amiga, probando un poco del fresco porteño sobre un banco de cemento. Un hombre les mendigaba un cigarrillo, que la compañera pelirroja sacó de su cartera. Yo estúpidamente creí que lo que les había pedido era fuego, y saqué rápido mi encendedor. Él respondió a mi actitud con una frase brusca, yo lo tomé con zorna, lancé un chiste y todo terminó con risas y un apretón de manos. Mientras tanto ella observaba, como recién naufragada en una escena de donde tenía que rescatar la imagen de quien había poblado sus sueños.
Caminamos hasta la parada del 92, con bastante poco que decir fruto del quiebre argumental que significaba esa situación. La chica pelirroja subió al colectivo verdeoliva, y solos quedamos en la insinuante profundidad de la noche recoleta. Le propuse un paseo por la Isla, a lo que ella accedió. No podíamos abandonar nuestros vanos intentos de hacer una interpretación conjunta del momento. Caminamos hasta el monumento a Mitre y nos sentamos a charlar sobre el nuevo cemento que nos prestaba la ciudad. Las palabras no fluían libres, al poco tiempo se empezó a notar la distancia. El frío golpeaba nuestros corazones y resolví prender un faso para sacarme la amargura de un nuevo amor puramente imaginado, sin lazos con la realidad. La conversación se elevó con el humo, reíamos sin mucho de qué reír, creo que en algún momento fuimos felices.
Ella cedió ante la fresca y me pidió que entráramos a algún bar. Rondamos el barrio mientras los pensamientos y las palabras pasaban sin aviso ni recuerdo, reímos, contemplamos la distancia que nos separaba del mundo. Escasos de opciones, entramos a un Maconals. Allí la conversación se puso seria y ella, con la sinceridad que le prodigaba el torbellino en que la envolví, me dejó pasar como al viento, casi sin darme las gracias. No creo que vaya a volver a verla en el corto plazo, la voy a extrañar.

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